(Por Pascual Gómez, miembro del Grupo de Literatura. Publicado en el portal digital cieza.es)
"Aguas arriba de mi madre', de Federico de Arce, un texto lírico y más o menos explícitamente autobiográfico, tiene todo el aspecto de un desahogo que lleva al lector por episodios iniciáticos de quien empieza a cruzar sus fronteras personales y se encuentra con sus ilimitadas sensaciones y pensamientos.
Pero además, este escritor ciezano es un enamorado de la filosofía oriental, especialmente del pensamiento Zen, y no para de alimentar su vida. Menos conocida que su pasión por las letras es que le apasiona el sistema filosófico budista. "Mi forma de pensar es más oriental que occidental. Después de muchos años dedicados a este tipo de lecturas, el pensamiento que más me interesa es el oriental". Una de las particularidades de su último trabajo es que "escribe a la manera oriental una elegía que a veces roza los haikus y a veces las leyendas chinas". Federico de Arce (Cieza, 1968), contradictorio y a la vez consecuente con su forma de ver el mundo y de vivirlo, potencia esa imagen de intelectual que tiene, de hombre que hizo bachillerato en el IES Diego Tortosa, y que luego estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Murcia. Es tan capaz, pues, de disertar sobre San Juan de la Cruz o Antonio Machado como de colaborar en el Voix Vives de Toledo, encuentro poético en el que efectivamente colabora desde 2013.
El libro 'Aguas arriba de mi madre' (Amargord Ediciones, 2016) le valió este viernes grandes halagos en la presentación realizada por Ángel Almela y Bartolomé Marcos, miembros del Grupo de Literatura La Sierpe y el Laúd, que se nutre de una poesía con vocación de prosa para expresar sus reflexiones en torno a la existencia. Exactamente, no se escribe para entender algo, sino precisamente porque algo no se entiende, (o no se sabe, que diría Henry James), se escribe. Algo así como la escritura se pusiera en marcha para una operación de desciframiento.
Vida de vidas este libro que narra la historia de Hu Zi, alter ego del autor, que lleva al personaje al reencuentro consigo mismo. Heráclito, Homero, Santa Teresa, Cervantes, Kafka y Antonio Machado asoman con frecuencia a lo largo de una poesía lírica que, en palabras de Marcos, "se hace comunal, épica y panteísta. Poesía en la que está Federico y en la que estamos también todos y cada uno de nosotros, porque es viaje esencial, primordial y primigenio en busca del sentido de todo".
La rica y fina imaginación del autor de la novela 'La Vieja' (Descrito Ediciones, 2015) estalla y asombra por todas partes en su primer libro de poesía que, en su opinión, "es al mismo tiempo narrativa". Se trata de un empeño por descifrar lo que las palabras han ido diluyendo o desfigurando, para llegar a la primigenia soledad, a la raíz inicial que habitaba "aguas arriba de mi madre, y no me refiero a mi madre física, sino al tao, a lo que fluye por mi cuerpo", es decir, al comienzo de todo.
Ciezano de dinamita, expatriado feliz, loco perdido en los caminos, apasionado, poeta y crítico. Esos fueron los términos utilizados por Bartolomé Marcos para definir al escritor ciezano, nombrado ayer de modo inesperado miembro del Grupo de Literatura La Sierpe y el Laúd. Al final de la presentación, Ángel Almela fue el encargado de ponerle la emblemática insignia de este colectivo literario que hunde sus raíces en 1980. Así concluyó este viernes otra de las actividades programadas por la Concejalía de Cultura dentro de la II Feria Regional del Libro Infantil y Juvenil.
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