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Por Manuel Martínez Morote, Profesor de Geografía e Historia, publicado en El Mirador de Cieza
el 1 de Octubre)
Se cumplen 75 años de la Guerra Civil española. El aniversario es recordado por los medios que rememoran aquellos momentos que marcaron la historia reciente de España. Y coincidiendo con la efemérides, el 19 de agosto de 1936 se produce el trágico fin del poeta Garcia Lorca, convirtiéndose en el desaparecido más célebre de la contienda. La Sierpe y el Laúd, en numerosos recitales poéticos ha cantado sus poemas, y en Abril de 1986, en el SUPLEMENTO Nº 2 de la Revista Literaria La Sierpe y el Laúd, publicó un artículo del profesor Francº Javier Diez de Revenga sobre el primer soneto de García Lorca. 75 años después, la voz del Poeta suena más poderosa, desafiante, conmovedora y universal y recordarlo aquí, más allá de la polémica, sirve para volver a la grandeza e influencia de su obra.“Vio su sombra tendida y quieta,
en el blanco diván de seda”.
Federico García Lorca
El asesinato de García Lorca pone de manifiesto la trama golpista de Julio de 1936 y sus intenciones de la manera más clara y cruel y ello en dos aspectos básicos: de un lado, su asesinato constituye un claro ejemplo de la violencia desatada sin control y sin legalidad alguna que se práctica en la llamada zona nacional, y que tiene como objetivo sembrar el terror y el sentimiento de indefensión absoluta entre la población: Nadie está a salvo. Es lo que el general Mola, en su Instrucción Reservada, definía así: “Es necesario crear una atmósfera de terror, hay que dejar sensación de dominio, eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todo el que no piense como nosotros. Tenemos que causar una gran impresión; todo aquel que sea abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado”.Y en segundo lugar, Lorca es el símbolo de toda la España a la que se quiere no derrotar, sino exterminar. No se quiere asesinar personas, se quiere asesinar ideas, formas de pensar y de vivir, la libertad de pensamiento, el espíritu crítico. Es la ira desatada de la España más negra, el grito furioso de “muera la inteligencia” silenciando todas las voces, especialmente la del poeta más emblemático y quizás más grande que haya dado el siglo XX (así reconocido casi unánimemente no sólo por la crítica española sino por la internacional). Nadie puede discutir el valor, ni la influencia que ha tenido en la poesía contemporánea la obra de Lorca. La vida de Lorca se desarrolla en los tiempos convulsos y esperanzados que van del desastre colonial al estallido de la Guerra Civil, Edad de Plata de la cultura española, pero también europea. La presencia de la cultura popular, del mundo del flamenco y del lirismo unido a un sentido del ritmo y la palabra, hundido en lo más profundo del pueblo andaluz, revelan el momento de cambio que, lento pero implacable, se estaba produciendo en la sociedad y la economía española (mientras la política arrastraba los vicios de siempre y una clara incapacidad para hacer frente a los acuciantes problemas). En el fondo y en la forma, Lorca comprende y refleja la historia y la vida de su pueblo, del pueblo andaluz en toda su dimensión misteriosamente trágica y alegre, donde los dolores profundos se cantan, en unos momentos en que las grandes transformaciones del siglo y el progreso de la industrialización amenazan esta vida y su ritmo. La distancia que media del “poema del cante jondo” a “poeta en Nueva York”.
Para el hispanista Ian Gibson, el poeta “lo tenía todo, fama, ideas políticas claras y una obra que despertaba recelos entre la burguesía de Granada, que el poeta calificó en alguna ocasión como la peor de España”. Para este historiador, el asesinato del poeta, vino además subrayado por “su pública condición de rojo y homosexual”, y aunque el régimen de Franco catalogó su fusilamiento como “accidental”, Ian Gibson considera que incluso fue consultado telefónicamente el general Queipo de Llano. En este sentido, otro hispanista, Paul Preston, habla sin rodeos de la idea de “holocausto español”. Para el también historiador Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza, “esa oleada de terror, que dejaba a los ciudadanos allí donde caían abatidos, en las cunetas de las carreteras, en los ríos, en los pozos y minas abandonados, acabó con la vida de García Lorca”.
Así pues, el asesinato de uno de los mayores poetas de nuestra historia, se nos presenta como una medida ejemplarizante de terror, en donde nadie queda a salvo, ni siquiera alguien tan conocido como García Lorca. El bando golpista iniciaría una represión encaminada a imponer un modelo totalitario en donde sólo falangistas y requetés fueron tolerados, y ello, bajo el apoyo y legitimidad ofrecida por la iglesia católica, que presentó la guerra civil como una “cruzada” destinada a salvar a la patria del ateísmo. La historia y las palabras de García Lorca permanecen pero, ¿cuánta poesía y cuanto futuro nos fue arrebatado? ¿Cuánto de lo que podríamos tener se fue para siempre con la muerte?