Hicimos el acto Homenaje a nuestro compañero MANOLO DATO en el décimo aniversario de su muerte, rodeados de emoción y de memoria.
Manolo Dato fue uno de os nuestros, y eso es ya solo la mejor excusa para reivindicar su obra, pero es que además, fue un gran Poeta, y eso lo hace singular y excepcional, y por eso hay que seguir reivindicarlo.
Texto de Pascual Gómez sobre el acto:
La
poesía de Manolo Dato que no sólo a los ciezanos debería
pertenecer
“Escribo
poesía, o lo intento, desde hace muchos años, tengo un libro
publicado ‘Aureo’ (1996) y algunas colaboraciones en la revista
literaria de La Sierpe y el Laúd”, decía Manuel Dato Buitrago
(Cieza, 1948-2013) en el poemario ‘Last autumn’s dream’ con el
que abría la colección Acanto en 2009. Era una manera de paliar la
ausencia o escasez de su poesía. Hoy el ausente es él y su obra
inédita siegue siendo un proyecto, sólo un proyecto unido a su
memoria. Como tantos proyectos que tendría su pulso creador truncado
por la fatalidad de la vida. Estaba especialmente dotado para la
poesía porque era de esas personas que tenían una sensibilidad
especial. El ejercicio vital y artístico de las manos lo había
preparado para hablar con ellas, para que los demás recordemos mejor
su escritura que su voz. Él queda en los poemas, en los alumnos a
los que enseñó, en los cuatro hijos a los que dio vida junto a su
mujer y en los amigos en los que se dio vida.
El
próximo 27 de julio se cumplen diez años de su muerte. Hubo otros
homenajes y evocaciones desde su desaparición, en 2014 por ejemplo,
pero el tributo de este lunes fue especial porque se realizó dentro
de la programación de la VII Feria Regional del Libro Infantil y
Juvenil en la Biblioteca Municipal Padre Salmerón, donde estuvo
presente una parte de su legado gracias al Grupo de Literatura La
Sierpe y el Laúd. El acto comenzó con la emisión de un video. Lo
vemos en las fotos: enérgico, fuerte, vivaz, lo mismo en las formas
que en la actitud. Dato parecía de acero y se nos desmoronó. Costó
mucho hacerse a la idea de que muriese una persona tan vital como él.
Ángel Almela evocó su ligazón y querencia por este grupo de
literatura desde mediados de los años ochenta, en una de las
experiencias más felices como “pilar de cohesión para nuestra
asociación. Su hermandad fue hermosa y el recuerdo de ésta,
imperecedero”.
En
su mirada a Dato, Almela recordó que es autor de poemas y libros
propios, de los cuales “sólo han visto la luz dos, pero su obra es
grande y merecedora de ser conocida:‘Solo y viento. Soledad y
silencio’ 1982), ’Máscaras, presagios, gritos y
agüeros’(1982),‘El futuro es un arma cargada de poesía’
1986), ‘… y sin embargo sus ojos adumbran’(2010)”. La poesía
como forma de conocimiento, igual que le había enseñado su
compañero Aurelio Guirao. Después de conocerlo personalmente tras
acceder al grupo era una música prendida de su sensibilidad, un
atmósfera, un nueva forma de entenderse a sí mismos. Su amistad con
Isabel Mascuñán, Bartolomé Marcos, Pascuala Sánchez o Antonio
Piñera alimentó aún más su conciencia de pertenencia a La Sierpe
y el Laúd. Sería más tarde, en 2010, Aurora Montoya, Pascual Gómez
y Rosa Campos los nuevos miembros que lo adorasen, y Daniel J.
Rodríguez, la voz que más nos lo recordara, tan fraternalmente
amigos los dos.
Su
calidad humana y de escritor nos lo presentan como un caso de poeta
con cuya memoria debemos empeñarnos en ser justos. A él y a tantos
otros de su generación, cada uno en lo suyo, les fue posible
transitar por la literatura y hacerse un hueco en la historia de las
letras. Seguro que más de una vez tuvo que ocultar su ternura y
hacer prevalecer su coraje, pero le acompañaba un halo que quienes
lo trataban no sabían explicarse. Durante su ejercicio profesional
muchos de sus colegas envidiaron el saber y el saber decir del
maestro Dato. El caso es que cualquier alumno que hubiera saboreado
sus clases probablemente no habrá olvidado todavía su estilo
docente tan personal. Era el contundente ardor de su entusiasmo, ya
hablara de literatura, de música o de cualquier otro tema. Era capaz
como nadie de comunicar la necesidad urgente de leer una novela o el
poema del que estaba hablando, y su ardor verbal convertía la
literatura en algo suculento, apetecible, inmediatamente deseable.
Hay
una Cieza en la que caben los poetas. También ahora, diez años
después de la muerte de Dato, es posible evocar sus poemas. Como lo
demostraron anoche los componentes de este colectivo literario
fundado en 1980. Y cuando en un recital de poesía vemos a alguien
decir en voz alta un bello texto, dándole la entonación adecuada,
es como si se desvaneciera por un momento toda la estupidez y la
rutina que suele interponerse entre nosotros y las cosas, para
mirarlas de nuevo. Ésta, creo yo, es la facultad que distingue a los
poetas. Hay recitales que parecen haber sido hechos para que el
público se emocione con ellos y se asome a los sentimientos que el
poeta homenajeado muestra. Su poesía tiembla y toca lo humano de una
manera sencillamente conmovedora. Por encima de los recuerdos
personales, de su peripecia humana y de su personalidad carismática,
Manuel Dato Buitrago es una verdadera voz. Con una obra inédita por
conocer, sí, pero una voz y no un eco.