10.07.2012

LAS MUSAS, POR CIEZA

(Por Aurora Montoya, miembro del Grupo de Literatura La Sierpe y el Laúd. Artículo aparecido en el semanario El Mirador, el 7/10/2012)
Son –ellas, las musas- clásica –y un tanto metafísica- fuente de inspiración, a cuya necesidad no somos ajenos quienes nos integramos en el grupo de Literatura de la Sierpe y el Laúd, aunque hay que decir que confiamos, bastante más que en ellas, en el trabajo inspirador. A muchos artistas las musas, felizmente, “los pillaron trabajando”, dándole vueltas a una idea para dotarla de forma emocionante o sugerente, de pálpito estético; ahí entraron ellas –tantas veces sin ser llamadas (porque suele ocurrir que- deidades veleidosas en su divino ocio entretenidas, como todas- no suelen acudir cuando se las reclama) intentando aportar un poco de luz en medio de la oscuridad incierta del temblor creativo ante la página en blanco que  eslumbrado y en blanco te deja, sin articular palabra o hilvanar frase alguna que permita transmitir la pulsión enfebrecida que siente el artista, el escritor , o el poeta en  este caso. En  el grupo de Literatura de “La Sierpe y el Laúd”,  las musas (que mucho tienen que ver, desde luego,  con la música del Laúd) y, más aún, el trabajo, han inspirado el buen hacer de los muchos autores que han venido publicando en nuestras colecciones.
Así que (sin ánimo de echarnos flores o derramar sobre nosotros autoadulador incienso) hay que decir que incansable trabajo inspirador ha sido siempre nuestro quehacer y nuestra meta, porque, en  gran medida, las musas, a las que queremos referirnos hoy, no pasan de ser “un cuento griego”, uno más, y no de los menos inspirados, eso sí, tal y como está el panorama de la Grecia actual. Un cuento que podríamos contar brevemente así:

Según la mitología griega (formidable y gigantesco cuento en su conjunto),nueve eran estas “chicas” tan famosas: Calíope, musa principal, inspiradora de la poesía épica y heroica y protectora de la elocuencia; Tepsícore, Musa  protectora de la danza y protectora de este arte; Erato, “ la adorable”, musa de la poesía romántica y protectora del amor, a la que se  representaba con una lira; Talía,  musa de la comedia y la poesía pastoril y protectora del teatro, conocida como“ la festiva”;  Urania, “ la celeste “, musa de la Astronomía y la Filosofía;  Clío, “ la que da la fama “, musa de la Historia y de las Bellas Artes; Euterpe, “la encantadora”, musa de la música instrumental y protectora de los intérpretes; Melpómene,  “la celebrada en cantos “, musa de la tragedia y protectora del arte lírico, que llevaba una corona de oro, empuñando una daga y un cetro; Polimnia,  musa de la memoria y el arte mímico, protectora de los actores.
Cervantes, príncipe de los ingenios españoles, se quejaba amargamente de las Musas en aquellos conocidos versos que dicen “Yo que siempre trabajo y me desvelo/ por parecer que tengo de poeta/ la gracia que no quiso darme el cielo” (o sea, las musas). No sé si en “La Sierpe” hemos tenido siempre con nosotros a las Musas, pero, desde luego, como Cervantes (perdónesenos el inmodesto atrevimiento) no hemos estado pensando en las musarañas. Lo meritorio en este caso, y lo digo yo que soy una recién llegada al grupo como reconocimiento a quienes llevan décadas,  es haber alcanzado metas sin ellas, sin las musas, que de cualquier modo han estado siempre con nosotros, porque hemos sido nosotros mismos. Dios, y las musas, ayudan a quien se ayuda... la caridad empieza por uno mismo y la inspiración no se regala. Pero el cuento griego de las musas, a las que Homero en “La Odisea” pedía inspiración –“Cuéntame, musa, la historia del hombre de muchos senderos, que, después de destruir la sacra ciudad de Troya, anduvo peregrinando larguísimo tiempo“, prosperó en otras épocas, como el prerrenacimiento italiano del Dante que en su “Divina Comedia” las invocaba –“¡Oh, musas, oh altos genios, ayudadme!”. Sin embargo, autores como Shakespeare hicieron referencia en sus escritos a las musas como mera anécdota, nunca como agentes, más o menos divinos, de inspiración.
En la época de la Ilustración, figuras relevantes de la literatura y de la cultura en general pretendieron reinstaurar un cierto “culto a las musas” y así, una famosa logia masónica en el París prerrevolucionario era llamada “Les Neuf Soeurs”, las “Nueve Hermanas”, es decir, las nueve Musas, y con ella tuvieron que ver personalidades como Voltaire, Benjamín Franklin, Danton y otros personajes influyentes de la época. 
Pues bien, explicación metafísica, chorrada que ha superado el paso del tiempo,  o simple cuento griego, las Musas, si las traducimos en inspiración personal derivada de la vida y asociada casi siempre con experiencial sufrimiento, han estado y están presentes en la labor del Grupo de Literatura de  “La sierpe y el laúd,  en el trabajo por, con y para la Literatura,  de quienes vivimos cotidianamente,  en sociedad abierta y nada secreta,  en el seno suave y cordial de la Sierpe,  pensando que, por buenos o malos que puedan ser los tiempos que nos toque vivir, todos son buenos tiempos para la lírica.  Es más...por dificultades y problemas que nos echen, siempre estaríamos dispuestos a decir aquello de que “cuanto peor...mejor”.

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