-Artículo publicado en El Mirador, el 2/03/2013-
(Por Mercedes Dato Carrillo, joven Actriz ciezana que reside en la actualidad en Santiago de Chile, patria de uno de los Poetas más queridos por nosotros, La Sierpe y el Laúd, Pablo Neruda, -poeta universal al que le hemos dedicado numerosos recitales-, y que como muchos jóvenes de este país, busca fuera lo que aquí se les niega: abrir nuevos horizontes y ejercer la profesión del teatro más dignamente) Desde este lado del océano, en una casa vieja y colorida, comparto mesa redonda con la compañera que prepara minuciosamente alfajores rellenos de dulce de leche y recubiertos de chocolate. Entre estos aromas me pierdo y entonces evoco la infancia calleprinera, las tardes de chocolate caliente y pan torrao que me hacía mi chacha, las migas con chocolate que mi abuela, siempre después de haber hecho el mérito para merecerlas, me daba, y el último desayuno que compartí con mi madre antes de la partida.
Se hace angosto el camino, cuando realmente uno camina, no por el sendero en sí, sino por la apuesta que se hace para seguir caminando. Porque este es el momento de mí tiempo. La hora de “desempolvar los sueños”, como dice Dafne, y echarle “un par a la vida”, como cara de Luna y tez de plata, me susurra desde la ventana, cuando las noches no tienen madrugada. Aun así se hace difícil perder de vista todo lo conocido en muchos kilómetros a la redonda y aceptar la desafiante distancia, que se interponen entre los cuerpos que ya no se tocan.
El hecho de que los que esperan, sienten que es mi deseo, y me abrazan desde las pantalla mostrándome su respeto más sincero y su dolor porque saben que sé que siento la añoranza igual que ellos. Pero nuestros lazos se estrechan ahora más que cuando los dejé. Les siento más cerca que cuando les veía cada día. Mas en algunos momentos, desearía que todos los días fuesen domingo para juntarnos en la mesa a disfrutar de los familiares manjares de mi casa y después, ver pasar la tarde junto a la lumbre que permanece encendida dentro de mi pecho.
Conseguir, hacer, crecer, vibrar, sonreír, llorar, no esperar, no juzgar…vienen a ser las claves para sobrevivir en este paisaje azulgris, que cada mañana me ofrece el cielo de Santiago. Un paisaje de dictadura y revolución, de victores y pinochos, de violetas y murales. Un paisaje repleto de sentimientos encontrados que no paran de encontrarse en cada pared que tímidamente asoma por la esquina, en cada guitarra que suena y en cada poema que un señor llamado Pablo escribiera. Se me ocurre entonces pensar, que la historia es lo único que pertenece al hombre y es importante que de vez en cuando la tenga presente. Pues sin ella, no seríamos más que piel y huesos. No nos podríamos haber configurado tal y como somos ahora, pues cada uno de nosotros maneja su guion según se desarrolle su historia.
Por cierto los alfajores estaban deliciosos.
Desde este lado del océano. A 30 de enero de 2013, Santiago de Chile.
1 comentario:
Bellos y emotivos recuerdos desde la lejanía, gracias por compartirlos.
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