Desde que empezamos nuestra tarea de editar libros y revistas allá por 1980, nuestras publicaciones han ido saliendo a sus posibles lectores de forma generosa y agotándose la mayoría de ellas. Nunca hemos reeditado ninguna publicación, y dados los tiempos en los que estamos, esta tarea de reeditar es hoy prohibitiva.
Para satisfacer al menos el conocimiento de nuestras publicaciones, hemos colgado a la derecha (desplaza la ventana hacia abajo) las Portadas de nuestras publicaciones, elaboradas por magníficos artistas y todas de una belleza plástica acreditada, en sus 3 categorías: Números de la Revista Literaria LA SIERPE Y EL LAÚD, Suplementos de la Revista Literaria LA SIERPE Y EL LAÚD, y ejemplares de EDICIONES LA SIERPE Y EL LAÚD.
Sin contar, claro está, las últimas de la reciente Colección de Libros ACANTO, que ya aparecían en este Blog antes.
3 comentarios:
Cambiará el universo pero no La Sierpe y el Laúd.
El comentario del anterior anónimo me ha recordado el inicio del cuento de El Aleph de Borges, que, por si es de interés, cito a continuación:
La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita. Cambiará el universo pero yo no, pensé con melancólica vanidad; alguna vez, lo sé, mi vana devoción la había exasperado; muerta yo podía consagrarme a su memoria, sin esperanza, pero también sin humillación.
Hace un tiempo leímos este relato: A un albañil, ya mayor, le llegó el momento de su jubilación. Así que fue a ver a su jefe con el que había trabajado durante muchos años, y le comentó sus planes de dejar el negocio de la construcción para llevar una vida más placentera con su esposa y poder disfrutar de su familia y su jubilación. El jefe sentía ver que su buen empelado dejaba la compañía y así se lo dijo pidiéndole, como favor personal, que construyera una última casa. El albañil accedió, pero su mente y su corazón ya no estaban allí así que utilizaba materiales de mala calidad, no estaba atento a lo que hacía y su trabajo dejaba mucho que desear. Era una desafortunada forma de acabar su carrera.
Cuando el albañil finalmente acabó la construcción su jefe fue a inspeccionar la casa, y al finalizar la visita, cogió las llaves de la puerta principal y se las tendió al albañil:
- Tu última casa… este es mi regalo para ti.
Siempre hemos creido que tiene mucha importancia hacer las cosas bien, poner toda la ilusión y el empeño. Pero, no basta. Hace falta también poner la máxima atención y sobre todo, el máximo afecto.
Al ver nuestras Portadas, no sabemos si hemos cambiado el mundo, pero sí sabemos que hemos cambiado.
Publicar un comentario