AURELIO GUIRAO (Cieza, 1940-1996) mientras escribía se aferraba a la vida a través de la palabra. “Escribo porque me voy muriendo día tras día. Por el mismo acezante impulso que obliga a escribir a otros numerosos poetas: el misterio de nuestra corta estancia en este mundo del que nunca me sentiría saciado y en el que yo querría, de nuevo, y para siempre, el paraíso”. Radio Cieza Emisora Municipal recuerdó este 23 de febrero al poeta ciezano, quien sufrió la poesía en sus carnes y que poco supo de glorias y mucho de goces y heridas.
Esta semana pasada, hicieron 15 años que fallecía el alma de La Sierpe y el Laúd. Fue una de las personas que, a comienzos de los años ochenta, integraron este grupo de literatura. Todo comenzó en junio de 1980, cuando varios jóvenes fundaron este colectivo cultural, un sueño largamente acariciado por Ángel Almela y otros ciezanos que ya venían de una aventura casi clandestina, El Caimán. Dotado de un talento innato, Guirao participó en aquella nueva aventura que removió la dormida vida cultural de Cieza. Sus compañeros tuvieron ocasión de disfrutar de la inteligente conversación de quien se declaraba una persona de otra época.
Hombre de talento poliédrico, poeta fecundo, amigo de sus amigos y poseedor de una exquisita personalidad, su figura permanecerá siempre asociada a La Sierpe y el Laúd. En palabras de Almela, “Aurelio marcó una pauta importante de calidad y de gestión de nuestro colectivo cultural. A este grupo dedicó más de 15 años de su vida, enseñándonos mucho de lo que sabemos sobre la poesía y la creación literaria. Era genial, una persona deslumbrante para nosotros. Representó esa luz que alumbra el camino”.
Hizo de su soledad la más honda compañía, la que inundó sus versos de aspectos autobiográficos. “En principio, la soledad es una maldición porque muy poca gente quiere estar sola. Pienso que nadie quiere estar solo de una manera continua o sentirse no entendido por los demás. Pero también es una bendición cuando alguien obtiene la soledad que es buscada”.
‘Entre los brazos ausente’ (1975), ‘Creación de la culpa’ (1980), ‘Ceguedad de la carne’ (1982), ‘Del verbo vivir’ (1983), ‘Las horas no enterradas’ (1990), son algunos títulos de una obra cuya importancia aún no ha tenido el reconocimiento debido. Diez años después de su muerte, más de 400 páginas, integraron en un tomo su ‘Obra completa’, libro publicado por la Editora Regional de Murcia en colaboración con el Ayuntamiento de Cieza y, como no, con su grupo literario La Sierpe y el Laúd.
Perdió a su primer y único hijo al poco de nacer. Todo ese dolor pasó a su lírica. Ese dolor extremo del padre que pierde al hijo quedó reflejado en su primer libro ‘Entre los brazos ausente’ y más tarde en quizás su mejor libro, “Creación de la Culpa”. Su sufrimiento supo interiorizarlo y expresarlo en una poesía claramente existencial. En sus poemas también cupieron emociones expresadas en francés, su segunda lengua.
Hay cosas que no se refleja en su biografía, su semblanza personal, y es que Aurelio poseía un don, un fulgor especial. Lo que no cuenta su currículo es el profundo interés que tuvo siempre por los demás. Peculiar personaje, escritor febril, brillante y minucioso hombre de teatro, excelente pintor, Aurelio fue una extrañeza en su época y en su pueblo. Aurelio Guirao, áspero y conmovedor, tierno e irascible, amaba la Poesía, la amaba hasta el desespero, la amaba con esa generosidad extrema de quienes entregan la vida en un empeño.
Cosechó muchos desdenes en vida, tal vez demasiados, pero siguió batallando siempre en pos de su designio, sin importarle la incomprensión de una época ruin y oscura. “La vida suele traer muchas amarguras y la gente suele crearte estados de angustia. Mi vida durante la niñez y la adolescencia fue muy atormentada hasta que, a los 21 años, entré en la universidad y mi horizonte de ver la vida varió bastante”.
Esta semana pasada, hicieron 15 años que fallecía el alma de La Sierpe y el Laúd. Fue una de las personas que, a comienzos de los años ochenta, integraron este grupo de literatura. Todo comenzó en junio de 1980, cuando varios jóvenes fundaron este colectivo cultural, un sueño largamente acariciado por Ángel Almela y otros ciezanos que ya venían de una aventura casi clandestina, El Caimán. Dotado de un talento innato, Guirao participó en aquella nueva aventura que removió la dormida vida cultural de Cieza. Sus compañeros tuvieron ocasión de disfrutar de la inteligente conversación de quien se declaraba una persona de otra época.
Hombre de talento poliédrico, poeta fecundo, amigo de sus amigos y poseedor de una exquisita personalidad, su figura permanecerá siempre asociada a La Sierpe y el Laúd. En palabras de Almela, “Aurelio marcó una pauta importante de calidad y de gestión de nuestro colectivo cultural. A este grupo dedicó más de 15 años de su vida, enseñándonos mucho de lo que sabemos sobre la poesía y la creación literaria. Era genial, una persona deslumbrante para nosotros. Representó esa luz que alumbra el camino”.
Hizo de su soledad la más honda compañía, la que inundó sus versos de aspectos autobiográficos. “En principio, la soledad es una maldición porque muy poca gente quiere estar sola. Pienso que nadie quiere estar solo de una manera continua o sentirse no entendido por los demás. Pero también es una bendición cuando alguien obtiene la soledad que es buscada”.
‘Entre los brazos ausente’ (1975), ‘Creación de la culpa’ (1980), ‘Ceguedad de la carne’ (1982), ‘Del verbo vivir’ (1983), ‘Las horas no enterradas’ (1990), son algunos títulos de una obra cuya importancia aún no ha tenido el reconocimiento debido. Diez años después de su muerte, más de 400 páginas, integraron en un tomo su ‘Obra completa’, libro publicado por la Editora Regional de Murcia en colaboración con el Ayuntamiento de Cieza y, como no, con su grupo literario La Sierpe y el Laúd.
Perdió a su primer y único hijo al poco de nacer. Todo ese dolor pasó a su lírica. Ese dolor extremo del padre que pierde al hijo quedó reflejado en su primer libro ‘Entre los brazos ausente’ y más tarde en quizás su mejor libro, “Creación de la Culpa”. Su sufrimiento supo interiorizarlo y expresarlo en una poesía claramente existencial. En sus poemas también cupieron emociones expresadas en francés, su segunda lengua.
Hay cosas que no se refleja en su biografía, su semblanza personal, y es que Aurelio poseía un don, un fulgor especial. Lo que no cuenta su currículo es el profundo interés que tuvo siempre por los demás. Peculiar personaje, escritor febril, brillante y minucioso hombre de teatro, excelente pintor, Aurelio fue una extrañeza en su época y en su pueblo. Aurelio Guirao, áspero y conmovedor, tierno e irascible, amaba la Poesía, la amaba hasta el desespero, la amaba con esa generosidad extrema de quienes entregan la vida en un empeño.
Cosechó muchos desdenes en vida, tal vez demasiados, pero siguió batallando siempre en pos de su designio, sin importarle la incomprensión de una época ruin y oscura. “La vida suele traer muchas amarguras y la gente suele crearte estados de angustia. Mi vida durante la niñez y la adolescencia fue muy atormentada hasta que, a los 21 años, entré en la universidad y mi horizonte de ver la vida varió bastante”.
Aurelio Guirao, un nombre propio de gran valor e importancia en la historia cultural de Cieza.
(Texto de Pascual Gómez, miembro de La Sierpe y el Laúd)
1 comentario:
"mira
a mi hijo
Dios
contempla
tu fracaso"
El mar reconoce a los suyos; por eso le seguimos leyendo, le seguimos descubriendo, lustros después
Salud y vino y poesía, amigos
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