10.25.2013

OTRA GRAMÁTICA CASTELLANA, 500 AÑOS DESPUÉS


(Artículo publicado en El Mirador el 19/10, redactado por Juan Antonio Piñera, miembro de La Sierpe y el Laúd
Cuando la palabra escrita se pone al servicio de sí misma y de ideas nobles y duraderas, choca sin querer con el uso que el pueblo hace de ella. El pueblo no crea el lenguaje: lo condiciona, lo somete, lo moldea para su propio beneficio y ahorro.
El avance hacia lo científicamente concreto desde que Nebrija presentó hace poco más de 5 siglos la Gramática de la lengua castellana, segunda gramática de un idioma moderno europeo, con la intención de establecer las exigencias de precisión y objetividad propias de aquel (nuestro) sistema lingüístico, se desvanece, ahora, entre las garras del carácter gregario, resignado y costumbrista que el grey manifiesta en los numerosos marcos de informalidad que proporciona el mundo interactivo. La palabra como representación gráfica de la lengua y el ciclón de Internet representado en su máximo exponente por las redes sociales parecen no ser buenas compañeras. No lo son porque la inercia al cambio de la representación gráfica de la palabra hablada ha sido vencida en menos de una década por la necesidad de una urgencia comunicativa y un anhelo (que ya es objeto de ciertas observaciones: http://www.bitsenimagen.com/la-necesidad-de-aceptacion-social-conduce-usar-facebook y http://www.taringa.net/posts/info/17094192/Subir-fotos-a-Facebook-un-sintoma-de-inseguridad-y.html ) de pertenencia a la comunidad, o, en otras palabras, del miedo a no ser excluido de esa “comunidad” que es el mundo virtual y sus muros de divulgaciones, mimetismos, lamentaciones y cumplidos recíprocos.
El último testimonio de que el español escrito, tal cual lo conocemos con sus reglas, está muy cerca de ser subyugado, se pudo percibir hace cerca de un mes en las miles de críticas que cayeron sobre Ana Botella por su inglés pronunciado. Sin entrar en que los españoles deben saber o no comunicarse en inglés, sí en español, para eso han ido al colegio y muchos hasta tienen título universitario con las exigencias que ello conlleva, es objetivo de este texto centrar la atención en el uso que de la propia lengua se hizo por los miles de comentaristas que la usaron en modo escrito para hacer burla de alguien al quien se le suponen ciertas competencias por el puesto que ocupa. Las mismas competencias que muchos españoles no se exigían, vistas sus formas de escribir, a sí mismos, habiendo ido, como fueron, a la escuela española, al bachillerato español y hasta a una de esas universidades que no aparecen entre las mejores, alabando al mismo tiempo una y otra vez el modelo finlandés y su por todos conocido sistema educativo bilingüe, repito, con unas formas de escribir tan arrogantes como desatentas. Se ha extendido a modo de pauta gramatical, por ahora y casi exclusivamente en el ámbito de las comunicaciones digitales (Internet, foros, correo electrónico, etc.), tres elementos muy desfavorables: primero, el uso de la exclusiva representación onomatopéyica de la palabra hasta la mínima expresión; segundo, la enorme proliferación de anglicismos y deformaciones ya muy comunes (Fernando Vallespín, mayo 2013: “Me aterroriza que los estudiantes que cometen más faltas de ortografía, según estudios, son los de Magisterio, aquellos que dentro de unos años tendrán que enseñar a escribir”); y en tercer lugar, la posibilidad de que en Internet lo escrito se someta únicamente a la velocidad y la interactividad de lo hablado, derivando en costumbre y, para terminar, en regla formal. No cabe duda de que están estrechamente ligadas las comunicaciones digitales y un nuevo capítulo de la lingüística histórica vernácula donde, tiempo al tiempo, debido al vertiginoso cambio y universalidad de las comunicaciones, desaparecerán o serán residuales los usos de los signos de admiración e interrogación en las aperturas, la h, ch, q, ll, etc., como desde hace 5 siglos ha ido ocurriendo con la inclusión de los italianismos, galicismos y americanismos, el fin del uso de la ç, la sustitución de la x por la j y la extinción de la terminación –ades, entre otras. Una nueva gramática trata de instituirse, e Internet es muestra y causa de ello. Solo queda refrendar, o admitir, por quien corresponda y a su debido tiempo, como siempre hace, es decir, incluir en el libro de las letras, lo que la mayoría ha conseguido, debido a las actuales, extendidas y contagiosas malas costumbres, generalizar. Entonces se habrá terminado de escribir la Gramática del internauta, la más espantosa de las gramáticas que jamás se hayan documentado. Se habrá probado entonces que la penetración cultural no es más que una de las tantas formas de conquista. Lenta, pero efectiva. La globalización, exactamente quitar de un sitio para rellenar los huecos con las formas y soberbias del ente colonialista. La velocidad para simplificar, para quitar la esencia de aquello que marca la diferencia entre lo propio, que se aparta como la peste, y lo ajeno, que se admite sin más.
Adiós, lengua de Cervantes, Gracián, Conde, Landero... Aquí te quedes, lengua de Rowling, Amis, James... Aquí te quedes, también, dialecto de Internet. Pero no en mi folio. ¡Sea!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo.